Atraídas por la mano de obra extremadamente barata, tierras fértiles, concesiones y exoneraciones fiscales, a principios del siglo XX, varias compañías bananeras estadounidenses llegaron y se afincaron en Honduras para explotar los recursos naturales y avasallar dentro de una "prisión verde" a millares de trabajadores.
La Cuyamel Fruit Company, fue una empresa del norteamericano William Streich, quien consiguió una concesión del Gobierno a cambio de construir una línea de ferrocarril en el sector de Cuyamel. Streich vendió en 1905 las propiedades y derechos a Samuel Zemurray, quien potenció a la Cuyamel Fruit Company cuando, en 1911, el presidente Manuel Bonilla le dio, a cambio de un favor, una concesión para que explotara 10,000 hectáreas de tierra, libre de impuestos, en el sector de Tela.
Manuel Bonilla conoció a Zemurray en New Orleans, cuando el ex mandatario catracho se encontraba en el exilio. Se convirtieron en amigos y diseñaron un plan para dar golpe de Estado al presidente constitucional, Miguel Dávila. En el buque "Hornet", Zemurray y Bonilla zarparon con destino a Honduras y desembarcaron en Trujillo. Desde ese puerto, ellos dos y un grupo de mercenarios fuertemente armados salieron rumbo a Tegucigalpa para tomar el poder.
Ese mismo año (1911), como una muestra de agradecimiento, Bonilla le dio una licencia de explotación y tierras para que cultivara bananos. Durante muchos años, Zemurray disfrutó de las ganancias y el poder que le granjearon los bananos. En cambio, Bonilla no duró mucho tiempo como presidente. Murió en 1913. Detrás de Zemurray, llegó para quedarse la United Fruit Company.
La United Fruit Company se instaló en 1912 en Honduras y fundó la Tela Railroad Company, luego de que el Gobierno le pusiera en bandeja de plata todas las condiciones para cultivar la fruta tropical. Desde ese momento, inició una acelerada carrera de expansión y dominio en la costa norte. El cuatro de marzo de 1913, la United Fruit Company le compró a Zemurray una concesión que consiguió su amigo y socio, Hillyer V. Rolston. Sin demoras, también adquirió la licencia de la Trujillo Railroad Company, propiedad de Víctor Camors, que operaba en el sector de Trujillo.
Ambos contratos eran similares. La United Fruit Company estaba obligada a construir un muelle y un ferrocarril y, a cambio, el Gobierno la exoneraría de cualquier arancel al momento de ingresar maquinaria, rieles, durmientes y todo lo necesario para instalar, equipar, mantener y explotar el muelle y el ferrocarril durante sesenta años.
Según uno de los contratos, por cada kilómetro de vía férrea construido, la United Fruit Company tenía derecho a recibir grandes extensiones de tierra para cultivar banano. Además, el Gobierno la autorizó para que utilizara libremente la madera, piedra, cal, arena y otros materiales que se encontraban en tierras nacionales o ejidales ; uso de la fuerza motriz de las aguas de los ríos o corrientes naturales adyacentes a cincuenta kilómetros del ferrocarril ; utilización gratuita de terrenos nacionales para la construcción de oficinas, bodegas y talleres. La compañía tenía garantizado, la construcción y uso de líneas telegráficas. Podía ingresar a Honduras, empleados extranjeros, colonos e inmigrantes.
En 1899, los hermanos Vaccaro en sociedad con sus parientes, los D'Antoni, formaron la Vaccaro Brothers & Co en esa ciudad estadounidense. La Vaccaro comenzó a comprar bananos a cultivadores independientes establecidos en las Islas de la Bahía. A partir de 1903, el presidente Manuel Bonilla les dio concesiones para que explotaran de manera masiva el rubro. A principios de la segunda década del siglo XX, la compañía cambió de nombre y pasó a llamarse Standard Fruit & Steamship Co. En 1926, pasó a denominarse Standard Fruit Company. Desde que las compañías se radicaron en la costa norte comenzaron a crecer, tanto en la cantidad de empleados, como en tierras. Hacia 1913, la United Fruit Company controlaba el sistema ferroviario hondureño y para 1924 tenía 87,800 acres cultivados sobre un total de 400.000 acres poseídos.
El cónsul estadounidense acreditado en Puerto Cortés en 1916 describió la situación de la manera siguiente: "El territorio controlado por la Cuyamel Fruit Company es un estado en sí mismo... alberga a sus empleados, cultiva plantaciones, opera ferrocarriles, facilidades terminales, líneas de vapores, sistemas de agua, plantas eléctricas, comisariatos, clubes (...)". En La Ceiba, los hermanos Vaccaro crecieron a la velocidad de la luz. Fundaron un banco y empresas fabricantes de una diversidad de productos.
Para aumentar las ganancias, utilizaron todos los medios posibles, sobretodo, la explotación de la mano de obra. Hillyer V. Rolston, lugarteniente de Zemurray, que luego se convirtió en uno de los dueños de la United Fruit Company, lo evidenció en una carta que envió a uno de sus abogados. Es así como nace la famosa Carta Rolston, que define nuestra identidad cultural sin poner ni quitar un ápice y, por supuesto, con la generosa colaboración extranjera
Carta Rolston
Puerto Cortés, 20 de julio de 1920
Sr. Licdo, Luis Melara
Estimado Luis:
Te envío este pliego de instrucciones, su portador Sam Cariuther; asimismo recibirás de él, una caja que contiene un valioso obsequio que el viejo manda para que se le entregue a doña Anita. Prepárate el discurso. Ya se imaginará la Reina Victoria o superior. Es posible deslumbrarla. Me hace ver en todo esto el método de dureza siempre recomendado por Pemberton, y el judío Lázarus. ¿No crees tú lo mismo? Desean conservar su pedestal inamovible, es mi idea.
1. Para que nuestros grandes sacrificios, y nuestras cuantiosas inversiones, no hayan sido hechas en vano, debemos adquirir y apoderarnos de tantos territorios de la nación, como de particulares, y todas las riquezas que nos permita nuestra capacidad adquisitiva, y nuestro poder de absorción.
2. Debemos propender al enriquecimiento de nuestra empresa, y obtener todas las posibilidades que nos ofrezcan nuevos campos de explotación. En fin, debemos obtener las tierras, que a nuestros intereses estratégicos se hagan aparecer como deseables, que garanticen nuestro futuro desenvolvimiento y desarrollo agrícola, incrementando nuestro poder económico.
3. Debemos obtener contratos implacables, de tal naturaleza que nadie pueda sustentar competencia, ni en el futuro lejano a fin de que cualquiera otra empresa que se estableciera y pudiera desarrollarse, tenga nuestro control y se adapte a nuestros principios establecidos.
4. Debemos obtener concesiones, privilegios, franquicias, abrogación de impuestos aduaneros, exonerarnos de toda carga pública, de gravámenes, y de todos aquellos impuestos y obligaciones, que mermen nuestra defensa económica.
5. Es indispensable cultivar la imaginación de estos pueblos avasallados, atraerlos a la idea de nuestro engrandecimiento y de una manera general, a políticos y mandones que debemos utilizar. La observación y estudio cuidadoso, nos permite asegurar que este pueblo envilecido por el alcohol es asimilable para lo que se necesita y destine ; es nuestro interés procurarnos porque se dobleguen a nuestro exclusivo beneficio ; generalmente, éstos como aquellos, no tienen convicciones, carácter y menos patriotismo ; y sólo ansían cargos y dignidades, que una vez en ellos, nosotros se los haríamos más apetitosos.
6. Estos hombres no deben actuar por su propia iniciativa, deben actuar en el sentido de los factores determinantes, y a nuestro control inmediato.
7. Debemos separar a nuestros amigos que han estado a nuestro servicio, que consideramos envilecidos por su lealtad, pues tarde o temprano, nos traicionarán, alejarnos si que se sientan ofendidos, y tratarlos con alguna diferencia para no servirnos más de ellos. Tenemos necesidad, sí, de su país, de sus recursos naturales, de sus costas y sus puertos, de que poco a poco debemos adquirir.
8. De una manera general, todas las palabras y pensamientos, deben dar vueltas en torno de estas palabras: poderío, bienestar material, campos de trabajo, disciplina y método. Hay que proceder con sutileza, no exponiéndonos a ninguna idea que nos señale o justifique nuestra pretensión dominadora. Nada de acción bienhechora ni consideraciones, en resumen, ningún aliento generoso. Sin nuestros proyectos terminasen mal, tomaríamos una nueva orientación, nos haríamos más modestos, más sencillos, más simpáticos y quizás buenos.
9. Debemos producir desgarramiento en la incipiente economía de este país para aumentar sus dificultades, y se faciliten nuestros propósitos. Debemos prolongar su vida trágica, tormentosa y revolucionaria; el viento sólo debe soplar a nuestras velas, a sus aguas humedecer no más que nuestras quillas.
10. Estamos pues, en el punto de partida, tú conoces mejor los hombres que yo. A tu llegada te mostraré una lista de las tierras que debemos obtener, si es posible, de inmediato, debemos parar a Goodel en 'el Bográn State', vamos a forjarnos un plan bien estudiado para su desarrollo.
Nos vemos
H. V. Rolston
Tomado de la pagina www.aporrealos.com